La p’tite France y su receta para el éxito

Desde que abrió las puertas de su casa azul en la calle Gonzáles Prada en Surquillo, hace 5 años, La p’tite France supo destacar en e

Desde que abrió las puertas de su casa azul en la calle Gonzáles Prada en Surquillo, hace 5 años, La p’tite France supo destacar en el mundo del pan artesanal. Al mes de haber inaugurado, sus croissants y pain au chocolat habían despertado tal entusiasmo, que el horno debía trabajar 24 horas para satisfacer la demanda. Cinco años después, para comienzos del 2020, la estrategia de negocio de la panadería francesa había evolucionado y su fuerte estaba en atender a restaurantes, hoteles y clubes, con una treintena de clientes corporativos a los que despachaba a diario. Entonces, llegó marzo.

 

“Explicar la carta, responder preguntas, verificar el pago, todo eso nos tomaba demasiado tiempo. La tienda virtual te permite automatizar el proceso. La tuvimos habilitada en 24 horas”, explica Simon Vacher, dueño de La p’tite France.

 

Todo se detuvo. No solo se cancelaron de inmediato los pedidos de los restaurantes y hoteles, las otras líneas de negocio de La p’tite France también se pusieron en pausa por un tiempo indefinido: los cursos que se dictaban los fines de semana, la participación en ferias ecológicas. El concepto de panadería de barrio no se aplica a La p’tite France, cuyos clientes se desplazan de distintos distritos para llegar; en consecuencia, para el tercer día de cuarentena, solo una persona entró a la otrora rebosante casa azul de Surquillo. “Estábamos ante un problema grave”, reconoce Simon Vacher, socio de la panadería. “En solo tres días habíamos perdido más del 90% de los ingresos que teníamos. Así que ese mismo día empezamos a plantearnos rápidamente qué íbamos a hacer al respecto”. 


Simon, nacido en Francia en una familia muy ligada a la cocina y la repostería, estudió en la escuela de negocios y se entrenó en Europa, Japón y Australia. Antes de llegar a Perú, trabajó en empresas como IBM y la consultora multinacional Accenture, y se involucró con iniciativas empresariales en India y el norte de África. Ha pasado los últimos 10 años haciendo consultorías, optimizando negocios, vinculándose a start ups, y recomendando y concretando la transformación, la innovación, el cambio. 


En Perú, Simon conoció a Luis Paucar, quien se convirtió en su socio en La p’tite France. De edades y perspectivas distintas, tienen coincidencias importantes: Paucar también ha trabajado como consultor durante décadas. Ningún contexto ha puesto a prueba la visión de ambos emprendedores, de manera tan rápida y tan dramática, como este. 

 

“El mensaje es que la gente puede estar enfrascada en la incertidumbre o en la crítica, pero la crisis genera oportunidades, y la gente que se mueve es la que va a salir de ella”, asegura Vacher.
“El mensaje es que la gente puede estar enfrascada en la incertidumbre o en la crítica, pero la crisis genera oportunidades, y la gente que se mueve es la que va a salir de ella”, asegura Vacher.

Rapidez y decisión

Vender online tenía total sentido. Ya que La p’tite France proveía diariamente a treinta establecimientos distintos, tenía la capacidad, la experiencia y la logística para implementar un servicio seguro y eficiente de delivery. Esa misma semana empezó el proceso: quedándose con una carta reducida, la panadería aprovechó su comunidad en redes sociales e implementó canales de ayuda y venta a través de Whatsapp. La respuesta fue positiva, inmediata y apabullante. Tenían a tres personas respondiendo mensajes y recibiendo pedidos a tiempo completo. Después de tres días, colapsaron. Lo que necesitaban era una plataforma de ventas y el criterio era la rapidez. Simon contactó a Mitienda.pe, empresa de ecommerce a la que conocía del mundo de los start ups: “Les dije: ‘necesito que esté funcionando mañana’. Armamos el sistema de un día para el otro”, cuenta Simon. 

 

Durante buena parte de la cuarentena, La p’tite France ha repartido gratuitamente desayunos a los cuatro centros de salud que existen en Surquillo, en coordinación con la Municipalidad.


“Explicar la carta, responder preguntas, verificar el pago, todo eso nos tomaba demasiado tiempo. La tienda virtual te permite automatizar el proceso. La tuvimos habilitada en 24 horas”, continúa el francés. ¿El resultado? No solo recuperó el 90 % que perdió abruptamente con la cuarentena, sino que lo ha superado largamente. Hoy, La p’tite France vende más pan que nunca, y lo hace llegando directamente a las mesas de sus clientes. Esto ha cambiado completamente la perspectiva del negocio.


“Mi estrategia ahora es enfocarnos en las ventas online y mejorar la calidad de servicio, la experiencia de la web; trabajar la base de datos que hemos conseguido y asegurar que los clientes sean felices”, dice Simon. “Este es un nuevo canal y, por la respuesta abrumadora, creo que es algo que la gente quería”, reflexiona. “Vender online es algo que yo pensaba desde hace tiempo pero no lo había puesto en marcha. Lo he tenido que hacer a la fuerza, y el resultado ha sido muy bueno”. 


Si bien la rapidez de sus decisiones y de la implementación de la tienda virtual les ha jugado a favor, Simon no puede dejar de reconocer que el trabajo y el positivismo de su equipo ha sido imprescindible: esos factores han posicionado a La p’tite France como un lugar confiable, y ha sido un privilegio para la empresa poder acompañar a tantas familias en un momento tan complejo. 

 

Gracias al éxito online de La p’tite France, están contemplando ampliar la oferta de la carta y complementarla con otros productos. 


“El mensaje es bonito: la gente puede estar enfrascada en la incertidumbre o en la crítica, pero la crisis genera oportunidades, y la gente que se mueve es la que va a salir de ella”, asegura Vacher. “Si estás con el chip positivo te das cuenta de que esta es la oportunidad de cambiar tu sistema de negocio. Las empresas que se quedan haciendo lo mismo decaen eventualmente. Tienes que estar atento al futuro. Siempre he dicho que la innovación es la base del éxito”.